Las Cosas de mi Ciudad
Falta de respeto, cosas que veo a menudo y que no entiendo porque demuestran una ausencia total de cariño hacia Quito, su gente y sus espacios. Hoy se llevaron a la que, creo, es la estatua más querida de la ciudad: a Don Evaristo, quien permaneció sentada frente a la puerta del Teatro Variedades “Ernesto Albán” durante varios años. En tardes frías he visto a gente calentarse arrejuntándose a Evaristo. Grupos de jóvenes que aprenden a fumar junto a su gentil sonrisa. Niños que intentan repetidamente sacarle el sombrero y se ríen ante el guiño de un abuelo compinche. Parejas que coquetean ante su discreción y sombra. Familias que lo rodean para incluirlo en sus fotos familiares. La estatua silenciosa acepta su rol, el que fuese necesario.
Hoy se la llevaron.
Para “suerte” de los quiteños, Eugenio, de nuestro equipo de limpieza, se percató oportunamente de la marca inconfundible del paso de una sierra, de quien pretendía dejarlo cojo. Una patada nocturna hubiese sido suficiente para enfrentarnos con espanto al abuso contra la ciudad.
¿Qué nos pasa que no respetamos nuestro hogar, la ciudad en que habitamos? ¿Qué nos impulsa a pensar que escupir los chicles en la plaza es aceptable, cuando no lo hacemos en casa? ¿Botar los restos de lo que comemos o los puchos de los cigarrillos? ¿Tarros, cajas, bolsas y cáscaras? Me alucinan las firmas nada creativas de los “dizque grafiteros” que creen que demuestran su bravura al despistar las sombras. Me indignan los cuervos, ¿serán los mismos de la pierna?, que robaron todas las alcantarillas de la Plaza del Teatro sin importarles quién pueda caer en esos huecos. ¿Quién entiende la falta de cariño hacia una plaza que lo único que hace es estar lista para que la gente goce del teatro callejero, del arte improvisado, de un sin fin de conciertos, del día de arte urbano o de los cierres de los festivales? ¿Quién cuida las plazas, las fachadas, las calles, los parques o a Evaristo, si no lo hacemos nosotros?
Con noviembre comienza lo que será un año de fiesta, celebramos que durante 125 años el Teatro Nacional Sucre ha estado en esta plaza regalando a Quito todo cuanto ha podido. 125 años de historia, de conciertos, de risas, de llantos, de aplausos, de lluvias que muchas veces nos ha inundado; 125 años de anécdotas que, por supuesto, incluyen un par de fantasmas. 125 años que nos recuerdan que, aunque hay una minoría que irrespeta a Quito, todavía somos la mayoría los que confiamos en que empujando todo avanza, todo queda, todo canta. Te invito a que nos sigas de cerca, a que te suscribas a nuestro boletín semanal y que disfrutes de lo que será un gran año para Quito. Celebra 125 años que siguen cargados de ideas, de ganas de hablar, de explotar usando el arte.
¡Ah! Evaristo: te extrañamos y te esperamos.
Esta es tu Plaza.
Chía Patiño, Directora Artística – Ejecutiva
Noviembre 2011