Nosotros los Quiteños

El hito de Quito es ito; por eso en Quito todo es chiquito. Donde ni siquiera el uno es completito sino unito. Por que no sea malito, y hágame un favorcito: será buenito… De pasito en pasito avance un poquito.

Pero esa dulzura intrínseca de los quiteñitos esconde la fortaleza inesperada de los Quitus-Caras, de quienes dieron el primer grito de la independencia, y quienes consiguieron que nuestra ciudad sea conocida como Quito, Luz de América.

El quiteño es dulce, pero en apenas un instante encuentra la fuerza y la conciencia de entender lo que ya conoce, y apuntar a lo que en el fondo quiere. El quiteño es creativo y recursivo, luchador persistente y emprendedor. No nos vencemos fácilmente. En el mundo son pocas las ciudades que se asientan en las faldas de los volcanes a la altura de las nubes. Requiere gente especial para decidir ese espacio para plantar los sueños. En estos tiempos de falsos profetas, de dioses de barros, es imperante meditar, entender o recordar quienes somos, que queremos y a dónde vamos. Que nuestras raíces no son las trincheras, sino la batalla abierta y honesta, cara a cara al enemigo. Que el quiteño no se achico-pala. Que entendemos que tener miedo es natural, pero ser cobarde es una opción.

“Llamarse jefe y no serlo es el colmo de la miseria” dijo alguna vez Bolívar. Me parece adecuado meditar este mes en lo sacro, en lo realmente trascendente. Fortalecernos para adentro. Entendernos y encontrarnos dentro nuestro espacito, para mantenernos además fuertes hacia fuera. Un quiteño no es unito, es un ejército, y cada quiteño contiene un batallón que transforma su quiteñito en dueño de sus valores, espacios y futuro.

 

Chía Patiño, Directora Artística – Ejecutiva

Marzo, 2015

DESDEL TEATRO #110