Revaluemos el Sucre
En este tiempo de miedos e irrespeto, hay razones para celebrar y agradecer lo que fue un año tremendamente productivo e inolvidable. Todo esto ha sido alcanzado con el trabajo conjunto de un equipo aún desconocido para la ciudad. Y es que me queda más claro que nunca, que nadie termina de entender la fuerza humana que permite el evento, y hoy quiero intentar explicarlo.
Se ve al artista, y les recuerdo que tenemos más de 150 músicos en nuestros cuerpos estables, a más de los técnicos y sonidistas. Si se fijan más allá quizás ubiquen a algún tramoya: el que manipula las luces, el jefe de piso, aquel que facilita los cambios de escena o el que arregla una tarima. Pero jamás verán a quién los organiza: el Director Técnico. Como tampoco verán al Director de Producción, pero quizás si analizan bien verán a las personas que corren alrededor de los artistas, arreglando contratos o convenios, pagos, pasajes, horarios, transporte y hasta dentista: son las productoras y los productores.
Menos aún se fijarán en los choferes, quienes esperan pacientemente que se acabe el espectáculo, o en los mensajeros quienes recorren la ciudad de norte a sur, o en el equipo de mantenimiento y limpieza que deja el espacio listo como si nada hubiera pasado para el siguiente día. Y si alguien quiere algo “ya”, no sólo no se han fijado sino que a veces han maltratado a quien les recibe, les atiende e intenta contestar a sus preguntas. Y no nos olvidemos de quienes nos ayudan a organizar y coordinar la agenda y la bandeja de entrada de la Fundación.
Esta revista, que tiene en sus manos, es producto de un gran equipo de comunicación, diseño y fotografía que resuelven creativamente no sólo los doce ejemplares del año, sino programas, afiches, banners, postales y un sin fin de materiales que comunican lo que hacemos. Está el equipo de televisión siempre registrando y grabando los eventos, haciendo spots, videos para web, informes, entrevistas y demás. Tenemos un tremendo equipo administrativo, financiero, de recursos humanos y legal, que se raja igual de fuerte organizando el camino para que actuemos, calculando números, tiempos y maneras de facilitar la actividad de la Fundación. Quizás sea ese el trabajo más ingrato, y creo que a veces se sentirán invisibles, pero no nos engañemos, sin ellos la Fundación sería una hacienda y yo su capataz.
Por eso hoy, tomo este último editorial del 2011 para agradecer a todo el equipo puertas adentro de la Fundación, a las casi 300 personas que este año les han traído más de 700 eventos que hablan, comunican y expresan sin miedo en este tiempo de censura. Sin ellos, en su alma no quedaría ya la magia del Sucre Viajero, Suor Angelica y Gianni Schicchi, Buika, Agwa Correria, Maria del Mar Bonet, Ana Moura, David Broza, Javier Ruibal, John Scofleld, Agarrate Catalina, Tiger Okoshi, Jeff Tain Watts, La Casa de Bernarda Alba, Las 8 Estaciones, Juan Andrés Barahona, Vicente Amigo, el concierto de Campanarios, Charijayac, Lipzodes, El Titiritero de Banfield, Ara Malikian, Yarina, la Ópera de Peking, Nono Garcia, Pedro Guerra, Ecuador Jazz, Victor Manue, Perrozompopo, Stanley Jordan, Ia Bienal de Guitarras, Jazz InSitu, Rock en la Plaza, Mikel Izal, Quique González…
Chía Patiño, Directora Artística – Ejecutiva
Diciembre, 2011